Don Quijote de la Mancha, de Cervantes

Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha

Aprobación del Maestro Josef de Valdivielso

Por comisión y mandado de los señores del Consejo he visto la Segunda parte de don Quijote de la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra. No contiene cosa contra nuestra santa fe católica ni buenas costumbres, antes muchas de honesta recreación y apacible divertimiento, que los antiguos juzgaron convenientes a sus repúblicas, pues aun en la severa de los lacedemonios levantaron estatua a la risa, y los de Tesalia la dedicaron fiestas, como lo dice Pausanias, referido de Bosio, libro 2º «De signis Ecclesiae», capitulo 10º, alentando ánimos marchitos y espíritus melancólicos, de que se acordó Tulio en el primero De legibus, y el poeta diciendo:

Interpone tuis interdum gaudia curis,

lo cual hace el autor mezclando las veras a las burlas, lo dulce a lo provechoso y lo moral a lo faceto, disimulando en el cebo del donaire el anzuelo de la reprehensión y cumpliendo con el acertado asunto en que pretende la expulsión de los libros de caballerías, pues con su buena diligencia mañosamente ha limpiado de su contagiosa dolencia a estos reinos. Es obra muy digna de su grande ingenio, honra y lustre de nuestra nación, admiración y invidia de las estrañas. Este es mi parecer, salvo, etc. En Madrid, a 17 de marzo de 1615.

El Maestro Josef de Valdivielso