Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Tercera parte

XIX

Condiciones especiales de la libertad

"No quiere en realidad gozar de la libertad el que no quiere las condiciones que hacen existir a la libertad. De estas condiciones depende todo el hecho de su existencia. Donde ellas faltan, la libertad puede existir escrita, como idea, como pasión, como objeto de culto, pero no como la institución real y necesaria, sin la cual no hay sociedad civilizada. La primera condición de la libertad es la paz. Pero esta condición es difícil para un país nuevo. La paz es monótona, prosaica, ordinaria; no produce héroes, ni victorias, ni triunfos, ni glorias, ni laureles, ni coronas, ni estatuas; pero produce lo que vale más que todo esto, y es la libertad o la capacidad del país de entender, gobernar y desarrollar sus propios destinos, como sólo él puede apetecerlo y conseguirlo. En Sud-América la simple paz puede ser todo un sistema de gobierno. No necesitan sus repúblicas sino conservarla a todo trance, para que su progreso se opere rápidamente y por sí mismo. El gobierno que es incapaz de producir el progreso, es muy capaz de interrumpirlo; no basta para eso sino promover la guerra civil.

"Interrumpir la paz en Sud-América, es interrumpir la buena inmigración y provocar la mala; es interrumpir la educación, que por esa inmigración se opera; es interrumpir la industria, que engendra la riqueza, sin la cual toda libertad es imposible. El trabajo es dinero, y el dinero es libertad porque el dinero es poder y fuerza. El ocioso que dice amar la libertad, miente: la libertad no le sirve para nada. La pobreza del ocioso le hace ser el siervo natural del que posee.

"Si Maquiavelo hubiese tenido que encerrar en una sola regla todo el arte de hacer imposible el establecimiento de la libertad interior en Sud-América, le hubiese bastado dirigir a sus gobiernos este simple consejo: 'no dejéis apagar por un momento el fuego de la guerra civil.'

"El estado de guerra es el estado de sitio. Sabido es que el estado de sitio o de guerra suspende la Constitución. Pero la Constitución es la carta geográfica de la libertad del país, o de su gobierno de sí mismo, en que consiste su libertad. La Constitución demarca las divisiones de ese poder y traza las fronteras que limitan los distintos poderes y libertades, en que se divide el gobierno del país por el país. La guerra borra esas líneas con su esponja ensangrentada y todos los poderes se confunden y reúnen en el poder del gobierno delegado. En nombre de la 'salud pública', interpretada por una salud individual, son suspendidas por el estado de sitio la libertad de la prensa, la libertad de reunión, la libertad de circulación o de comercio, la libertad electoral, que deja de ser útil porque la salud pública exige que el gobierno se prolongue indefinidamente. La oposición al gobierno es declarada crimen de traición a la patria, por dos razones incontestables: 1ª que la patria se personifica y refunde toda entera en el gobierno, por el estado de guerra o de sitio; 2ª que todo ataque hecho al gobierno es servicio hecho al enemigo. Un estado de cosas tan confortable y útil para el gobierno, no puede dejar de ser una necesidad de la salud pública, representada por la salud del gobierno, o, mejor dicho, del gobernante. El único que preferiría la enfermedad a su salud delegada de este modo, sería al país mismo; pero el país está obligado a preferir la salud de su médico a su salud propia, es decir, la salud de uno solo a la salud de todos."