La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca

Jornada tercera

Escena XIII

(Salen el REY, CLOTALDO y ASTOLFO, huyendo.)

BASILIO

¿Hay más infelice rey?

¿Hay padre más perseguido?

CLOTALDO

Ya tu ejército vencido

baja sin tino ni ley.

ASTOLFO

Los traidores vencedores

quedan.

BASILIO

En batallas tales

los que vencen son leales,

los vencidos los traidores.

Huyamos, Clotaldo, pues,

del crüel, del inhumano

rigor de un hijo tirano.

(Disparan dentro, y cae CLARÍN, herido, de donde está.)

CLARÍN

¡Válgame el cielo!

ASTOLFO

¿Quién es

este infelice soldado

que a nuestros pies ha caído

en sangre todo teñido?

CLARÍN

Soy un hombre desdichado,

que por quererme guardar

de la muerte, la busqué.

Huyendo della, topé

con ella, pues no hay lugar

para la muerte secreto.

De donde claro se arguye

de quien más su efeto huye

es quien se llega a su efeto.

Por eso tornad, tornad

a la lid sangrienta luego;

que entre las armas y el fuego

hay mayor seguridad

que en el monte más guardado;

que no hay seguro camino

a la fuerza del destino

y a la inclemencia del hado.

Y así, aunque a libraros vais

de la muerte con hüir,

mirad que vais a morir,

si está de Dios que muráis.

(Cae dentro.)

BASILIO

Mirad que vais a morir,

si está de Dios que muráis.

¡Qué bien, ay cielos, persuade

nuestro error, nuestra ignorancia,

a mayor conocimiento

este cadáver que habla

por la boca de una herida,

siendo el humor que desata

sangrienta lengua que enseña

que son diligencias vanas

del hombre cuantas dispone

contra mayor fuerza y causa!

Pues yo, por librar de muertes

y sediciones mi patria,

vine a entregarla a los mismos

de quien pretendí librarla.

CLOTALDO

Aunque el hado, señor, sabe

todos los caminos, y halla

a quien busca entre lo espeso

de dos penas, no es cristiana

determinación decir

que no hay reparo a su saña.

Sí hay, que el prudente varón

vitoria del hado alcanza;

y si no estás reservado

de la pena y la desgracia,

haz por donde te reserves.

ASTOLFO

Clotaldo, señor, te habla

como prudente varón

que madura edad alcanza,

yo como joven valiente.

Entre las espesas ramas

dese monte está un caballo,

veloz aborto del aura;

huye en él, que yo entre tanto

te guardaré las espaldas.

BASILIO

Si está de Dios que yo muera,

o si la muerte me aguarda,

aquí, hoy la quiero buscar,

esperando cara a cara.

(Tocan al arma, y sale SEGISMUNDO y toda la compañía.)