(Salen el REY, CLOTALDO y ASTOLFO, huyendo.)
BASILIO
¿Hay más infelice rey?
¿Hay padre más perseguido?
CLOTALDO
Ya tu ejército vencido
baja sin tino ni ley.
ASTOLFO
Los traidores vencedores
quedan.
BASILIO
En batallas tales
los que vencen son leales,
los vencidos los traidores.
Huyamos, Clotaldo, pues,
del crüel, del inhumano
rigor de un hijo tirano.
(Disparan dentro, y cae CLARÍN, herido, de donde está.)
CLARÍN
¡Válgame el cielo!
ASTOLFO
¿Quién es
este infelice soldado
que a nuestros pies ha caído
en sangre todo teñido?
CLARÍN
Soy un hombre desdichado,
que por quererme guardar
de la muerte, la busqué.
Huyendo della, topé
con ella, pues no hay lugar
para la muerte secreto.
De donde claro se arguye
de quien más su efeto huye
es quien se llega a su efeto.
Por eso tornad, tornad
a la lid sangrienta luego;
que entre las armas y el fuego
hay mayor seguridad
que en el monte más guardado;
que no hay seguro camino
a la fuerza del destino
y a la inclemencia del hado.
Y así, aunque a libraros vais
de la muerte con hüir,
mirad que vais a morir,
si está de Dios que muráis.
(Cae dentro.)
BASILIO
Mirad que vais a morir,
si está de Dios que muráis.
¡Qué bien, ay cielos, persuade
nuestro error, nuestra ignorancia,
a mayor conocimiento
este cadáver que habla
por la boca de una herida,
siendo el humor que desata
sangrienta lengua que enseña
que son diligencias vanas
del hombre cuantas dispone
contra mayor fuerza y causa!
Pues yo, por librar de muertes
y sediciones mi patria,
vine a entregarla a los mismos
de quien pretendí librarla.
CLOTALDO
Aunque el hado, señor, sabe
todos los caminos, y halla
a quien busca entre lo espeso
de dos penas, no es cristiana
determinación decir
que no hay reparo a su saña.
Sí hay, que el prudente varón
vitoria del hado alcanza;
y si no estás reservado
de la pena y la desgracia,
haz por donde te reserves.
ASTOLFO
Clotaldo, señor, te habla
como prudente varón
que madura edad alcanza,
yo como joven valiente.
Entre las espesas ramas
dese monte está un caballo,
veloz aborto del aura;
huye en él, que yo entre tanto
te guardaré las espaldas.
BASILIO
Si está de Dios que yo muera,
o si la muerte me aguarda,
aquí, hoy la quiero buscar,
esperando cara a cara.
(Tocan al arma, y sale SEGISMUNDO y toda la compañía.)