Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Primera parte

XXI

Peligros de la Verdad en América

-Para ser, parecer y poder decir la verdad en esta América, se necesita del poder de un soberano, es decir, disponer de miles de soldados y de millones de pesos. Pero lo primero que necesita el que posee estas cosas es callar la verdad, porque no debe su adquisición sino a la mentira, y sólo la mentira podrá asegurarle su conservación. De aquí es que la verdad en América es completamente inútil y estéril aun en los casos en que deja de ser un peligro. El resultado natural de esto es que nadie la estudia, nadie la busca, nadie la quiere y todos la evitan como causa de antipatía, de pobreza, de aislamiento y de inferioridad. Representada por la verdad de convención, que es hecha al paladar de cada uno, la verdad original no queda sino para servir al fin odioso de dañar a la verdad que agrada, aunque esta sea mentira. Esta ley de las cosas de estos países, que es más antigua que su moderno régimen, les ha dado un molde tan lejano y distante de la forma normal y natural, que la verdad no puede abrir sus labios sino para criticar, humillar, desacreditar, entristecer, ofender la manera de ser de todos y de todo. Del filósofo al verdugo, la diferencia ha venido a ser muy pequeña, pues el verdugo no deja de ser odioso porque su oficio sea el de ejecutar la justicia que protege a todos contra el asesino y el ladrón, que a todos dañan.

-No es menos triste y desconsolador para mí - dice Luz del Día- lo que Tartufo me revela. ¿Qué hacer en mi caso? ¿reemigrar? ¿suicidarme? ¿hacerme matar para redimir con mi sangre la verdadera verdad, a quien pertenece el gobierno del nuevo mundo?

-Todo eso es exagerado y excesivo -dice Tartufo-. La verdad tiene un camino de ser útil y poderosa; es el de la discreción y la prudencia. Ella debe administrarse a los hombres, imperfectos por naturaleza, como se administran los venenos medicales a los enfermos, por dosis homeopáticas.

-¡Y curando el vicio con el vicio! ¡la mentira con la mentira! -agregó Luz del Día con indignada ironía-; encargando a Tartufo del castigo deTartufo.

-Sin pretender aplicar a la política la teoría de Hahnemann, yo creo que la mentira bien administrada puede ser útil a la verdad misma -dice Tartufo.

Luz del Día soltando una explosión de risa furiosa y sarcástica: -¿Qué se entiende -pregunta- por "administrar bien la mentira"?

-Mezclada con la verdad en buena proporción.

-¿En qué proporción? -pregunta sardónicamente Luz del Día.

-Eso depende de la materia de que se trata, y de la capacidad de las gentes a quienes se dirige. Lo común de los hombres no pueden digerir más de un grano de verdad, mezclado con diez granos de mentira, desleído el todo en un litro del agua de mi retórica, que no es ni verdad ni mentira sino viento y ruido armonioso.