Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Primera parte

XXXV

De la elección de los agentes diplomáticos según Basilio

"Mi enviado, prosigue Basilio, no necesita ser enviado. Es tan listo su patriotismo, que desde largo tiempo atrás ya está donde debe estar. El ha precedido a la legación desde quince a veinte años antes de ser nombrado para desempeñarla. Está en el extranjero, y lo está tan de firme que es extranjero en cierto modo a su país mismo. Está emigrado de su patria para cultivarle mejor su amor, y tan definitivamente que ya está domiciliado, arraigado y sujeto al soberano extranjero cerca del cual debe residir. Si su independencia no es completa, lo será su sujeción. Lejos de ser un enviado, es un hallado, un descubierto, y para hallarlo no será preciso que la legación lo busque, sino que él mismo buscará a la legación hasta encontrarla. El que negocia su propia legación es más que negociador, es negociante. No habrá necesidad de dársela; él la comprará como los oficios vendibles de otro tiempo, como las escribanías del día, poco importa la moneda en que pague el precio.

"Tiene muchas ventajas el que el enviado no sea enviado, dice Basilio. Desde luego, no habrá necesidad de retirarlo de su retiro natural, si alguna vez termina su misión.

"Afincado en el país extranjero de su residencia diplomática, su casa es dos veces inmune; para el soberano cerca del cual reside, y para su propio gobierno, que dista tres mil leguas. Su 'extraterritorialidad' es tan completa, que se puede decir, que no está en la tierra, sino en el aire, y que para embargarlo es preciso cazarlo al vuelo.

"Al mismo tiempo, en su calidad de expatriado voluntario de su país, y domiciliado en país extranjero, a falta de una patria, tiene dos; es de dos naciones, y por lo tanto, un 'hombre internacional', un compromiso animado, un tratado ambulante, un conflicto personificado y tan permanente como él quiera y convenga a su misión, que es la de conservar su empleo.

"Para mi diplomacia, prosigueBasilio, que no es sino 'policía', el enviado no debe ser extranjero al país en que reside como tal. Un extranjero lejos de poder hacer la policía o inquisición a los otros, todos los del país se la pueden hacer a él. No conociendo ni a los porteros, ni a los cocheros, ni a los sirvientes, ni a los escribientes, ni a los intérpretes y profesores a domicilio, ni a los caballeros de industria, ni a las cortesanas del país a que va enviado, ¿cómo podría un americano ser diplomático en Europa? ¿Ante quién estaría acreditado, si no conoce a estas entidades?

"El que tiene dos patrias puede tener dos patriotismos, dos soberanos propios, ser empleado de ambos a la vez, tener dos legaciones, una en pro y otra en contra de su país, siendo por ello dos veces patriota, lejos de carecer de patriotismo. Seguro está de que ese diplomático de dos lados, no suscitará una guerra entre sus dos países. Dejará hundirse al suyo propio, antes que exponerse a recibir su pasaporte y verse desterrado de su patria adoptiva, si en ella está afincado, de puro amor al suyo. Volver a su querida tierra nativa será perder su hogar, sus comodidades, sus amigos, ir al extranjero, ser desterrado peor que a Siberia. Es perder las dos legaciones a la vez, porque siendo la de su país nativo, la razón de ser de la de su país adoptivo (y nunca 'viceversa'), todo conflicto de honor para su país es crisis de vida o muerte para los destinos personales de su diplomacia. Todo lo que exige el honor ofendido de su país, tiene que pagarlo a sus costillas su representante domiciliado en el país extranjero, que lo ha ofendido.

"Para prevenir esta catástrofe, siempre que el honor de su país reciba un bofetón, el diplomático a dos anclas deberá decir que es nada. En todo conflicto, debe dar la razón al país en cuyo suelo vive, morirá y será enterrado, para no verse desterrado a su tierra nativa, que sería su Siberia. Hay americanos que aman la tierra de su país, a condición de vivir a tres mil leguas de él; que darían su vida por su tierra nativa, a condición de ser enterrados en tierra extranjera. Esos amantes desde los antípodas, son naturalmente los más intolerantes y exaltados en su patriotismo 'chauvin'; lo que prueba el acierto de mi regla sobre el país en que deben ser buscados los enviados. Al país le importa fomentar y honrar a sus nativos que lo dejan para ir a domiciliarse en el extranjero, con sus fortunas, si quiere aumentar su población y sus capitales, y estimular el verdadero patriotismo, que consiste en huir de su país, para no volverlo a ver jamás."