Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Segunda parte
XXIV
De las cosas y su propiedad
"Art. 10. Dueño de su persona, el hombre es dueño y propietario de todas las cosas que le tienen por autor y creador, y que sin formar parte de su persona, son necesarias a su existencia. Ocupar y tener, es producir, cuando es sin quitar a otro lo que ha ocupado o producido.
"Art. 11. La propiedad individual es consagrada por el Código Civil en provecho de la sociedad toda entera, no por un comunismo ciego y animal, sino por su aptitud a circular entre todos, por la voluntad libre de cada uno, en servicio de sus necesidades respectivas, tan variadas y diversas como las propiedades mismas."
-Yo creo -dice el secretario-, que este es el momento de hacer una observación, que interesa a los destinos sociales de "Quijotanía".
-¿Cuál es? -pregunta, sorprendido de la observación el legislador de "Quijotanía".
-La propiedad dividirá un día nuestra sociedad de "Quijotanía", como tiene divididas a todas. Para preservarnos de ello con tiempo, ¿no convendría prevalernos, de la sanción del código para suprimirla del todo, en provecho de todos, puesto que "la ley es la necesidad de todos?"
-"Sentida y declarada por uno solo" -interrumpe don Quijote-, y ese uno solo, que aquí soy yo, no gustaría desprenderse de lo mucho que tiene en provecho de gentes que nada tienen.
"A mi vez aprovecharé de este momento para explicar a mi secretario colegislador que la propiedad, lejos de ser la anarquía, es el orden y la paz de las sociedades.
"No es de una buena legislación, ni de una buena política, lo que no está en la naturaleza de las cosas. El comunismo en el sentido de una fusión de todas las propiedades individuales en una sola propiedad pública y común, es imposible, no según el código A, B, C, D, sino según el código civil o social de la creación. El hacedor de todo lo creado ha hecho la propiedad individual haciendo al individuo; y yo, legislador y modesto vice-creador de "Quijotanía", no puedo separarme de las instrucciones de mi comitente divino. La propiedad individual es el individuo mismo, considerado en las cosas que le deben a él su segunda creación, y se hallan adheridas a su persona para alimentar su existencia de hombre civilizado.
"No habría más que un medio de suprimir la propiedad individual; ese medio sería el suprimir al individuo mismo.
"¿Es posible hacer de dos o más hombres uno solo? Pues tan posible como esto es refundir dos o más propiedades en una sola propiedad definitiva y permanente. Si los dos o más propietarios continúan a ser dos o más individuos distintos, las dos o más propiedades suprimidas no tardarán en producirse de nuevo.
"Por otra parte, suprimir el individuo sería suprimir la especie humana. Si por un milagro, de que solo Dios es capaz, se refundiesen todos los individuos que la forman en un solo y único individuo, ese sería el preludio de su muerte, porque siendo mortal todo individuo, la especie humana hecha un solo hombre dejaría de existir al fin de ese único individuo. La especie humana no es perpetua, sino porque se compone de individuos, que no mueren y se reproducen sino para que la especie subsista siempre.
"Y así como el 'individuo' es la forma esencial, que harecibido la 'especie' para renovarse y vivir perpetuamente, así la 'propiedad individual' ha sido hecha para utilidad y goce de la sociedad entera. Y no deja de ser útil a ese destino, sino cuando es suprimida para formar un comunismo destructor del orden natural de la sociedad humana.
"No hay duda que platónicamente y en abstracto se hacen de dos o más propiedades una sola, pero es a condición de hacer de dos o más personas una solo persona ideal y abstracta, es decir, una persona que no existe sino en la idea. Eso es el 'matrimonio', que de marido y mujer compone una persona; eso es la 'sociedad colectiva', que de muchos asociados compone una persona moral y abstracta. Pero esa fusión o comunismo es puramente artificial y platónica. Ella no impide que los dos o más individuos refundidos en uno solo, por el Código Civil, sigan existiendo como dos individuos por el código de la creación. Y basta esto solo para que la propiedad individual siga existiendo en el seno mismo del comunismo abstracto y sin realidad.
"Más que el individuo mismo, la propiedad individual es la fuerte y poderosa razón de ser de la sociedad civilizada. O mejor dicho, la propiedad es la civilización, no solamente porque ella es el hombre considerado y garantizado por la sociedad en su dominio sobre el mundo físico, exterior a su persona, que su genio ha sabido amoldar y anexar a ella para completarla y extenderla, sino porque la propiedad es el mecanismo por el cual un hombre, que no produce más que una sola cosa, goza de todas las cosas que los otros producen, mediante el cambio libre, que el hecho de la sociedad hace posible.
"Hasta por sus excesos la propiedad ha servido a la civilización humana elevándola al ideal de perfección de que es capaz el hombre. Sin esos hacinamientos anormales de la propiedad, llamados 'grandes fortunas', la sociedad no habría conocido jamás esos modos de existencia que han exaltado al hombre hasta dotarlo del tacto de los dioses para lo que es discernir lo bello, lo bueno, lo justo, lo noble, lo grande, como es incapaz de concebirlo el que no es más propietario que lo es un carnero o un caballo."
-Ya veo -dice el secretario-, que mi augusto patrón no peca de "socialista".
-Al contrario -responde él-: yo soy socialista por excelencia, como lo somos todos los soberanos y legisladores que hemos hecho la sociedad, por la acción de nuestros códigos civiles. Pero mi socialismo es el de la creación. La sociedad es obra de Dios, como el individuo, que no es sino su forma. Si no hubiese más que un solo hombre, no habría sociedad, porque ¿de quién sería socio ese hombre solitario? ¿Tú crees que el padre, la madre y el hijo, están en sociedad por un pacto que ha estado en su mano celebrar o no celebrar? Pues la gran sociedad en que viven los hombres de la especie humana no han sido ellos más libres de no celebrarla que lo han sido los tres seres de esa sociedad, formada por Dios, que se llama la 'familia'.