Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Tercera parte
XI
La América no será libre sino cuando esté libre de libertadores
"Una democracia, cuya ignorancia ofrece tales facilidades de usurpación a los pretendientes al poder, no puede estar gobernada por sus mejores hombres.
"Sus libertadores serán el principal obstáculo de su libertad, y con verdad podrá asegurarse que la América del Sud no tendrá libertad sino cuando esté libre de sus libertadores y liberales de espada. Con la mejor intención de libertarla son ellos los únicos que la tienen sin libertad. Nadie es libre en Sud-América sino sus libertadores. Su libertad es tan inmensa, que no reconoce límites; de tan grande como es, se confunde con el poder ilimitado. El país es libre por intermedio de su libertador. Sólo así sabe conciliar su libertad con el orden: refundiendo la libertad de todos en la libertad de uno solo.
"Dos grandes calamidades públicas son, en efecto, el resultado lógico de la triste condición de un pueblo que vive privado de su libertad, por su incapacidad radical de gobernarse a sí mismo: la primera es que sus peores hombres tienen que ser los depositarios naturales de su gobierno delegado, porque se necesita carecer de toda calidad honesta para tomar por asalto la soberanía del país, falsificar la expresión de su voluntad, fracturar las puertas sagradas de la ley, y penetrar por ellas, como los salteadores, en el botín del gobierno, siempre vacante por la inepcia de su dueño; la segunda calamidad es que sus mejores hombres tienen que verse excluidos y perseguidos como criminales por los detentadores fraudulentos del poder, precisamente, porque su mérito les da el derecho a la confianza del país para ejercer la delegación de un poder, que los Gil Blas, los Tartufo, los Basilio ejercen a menudo, no porque merecen el gobierno, sino porque merecen la cárcel.
"Los hombres superiores son perseguidos y delatados como un peligro público. 'Peligro público' quiere decir peligro de que esos hombres sean traídos por la opinión del país al poder de que su mérito los hace dignos. Cuando más dignos del poder, más peligrosos para sus indignos ocupantes. Cuando más indigno del poder se siente el que lo usurpa, mayor y más sincero será el horror con que mire al que más lo merece por sus cualidades.
"Por esa razón natural, en tal estado de cosas, el mérito superior tiene todos los efectos del crímen para la seguridad del desgraciado que por él se recomienda. Y si su mérito le viene de sus servicios, de sus trabajos en favor del país, el crimen de poseerlo es todavía más grande para el usurpador. Le tenderá asechanzas, le hará caer en situaciones equívocas, para tener pretexto de calumniar su vida, imputándole manchas capaces de eclipsar su merecimiento. Basilio será su hombre de guerra favorito para estas campañas subterráneas de serpiente de cascabel.
"Consagrar uno su vida al estudio de su país y de los grandes problemas que interesan a sus destinos en el mundo, será lo mismo que labrar su propia ruina. Será como recomendarse al odio del gobernante celoso de todo el que pueda sucederle. Cuanto más recta su conducta, mayor será naturalmente su riesgo de suscitar el rencor del usurpador.
"Y lo peor de todo será el efecto corruptor que ese estado de cosas produce en la porción sana de la sociedad; quiero hablar de la sanción forzada que la buena gente por temor o por necesidad, tiene que dar a las iniquidades de que son víctimas los mismos que ella respeta en secreto y en conciencia. Esto acaba por desesperar a los hombres rectos y por precipitarlos en expedientes excepcionales, en daño de la misma sociedad culpable de ingratitud para con ellos, y de relajación para consigo misma.
"Los tenedores fraudulentos del poder pedirán a la guerra que les proporcionó su adquisición en nombre de la libertad, los medios de conservarlo en sus manos; y el primer uso que harán del poder usurpado será el de impedir que el pueblo adquiera la capacidad de ejercer por sí mismo ese poder, que ellos le usurparon, nada más que porque le faltaba esa capacidad; y el expediente favorito que les dará ese resultado, será siempre la guerra. En nombre de la libertad tendrán privado al pueblo de su libertad misma.
"La guerra siempre es hecha en nombre de la libertad, pero su efecto no será otro que alejar más y más esa misma libertad, por una virtud que es propia de la guerra.
"La guerra no tiene efecto más seguro y positivo en Sud-América que el de perpetuar la incapacidad del pueblo para el gobierno de sí mismo, porque ella interrumpe el trabajo de su educación y de su cultura política, espantando y alejando del país a los inmigrados sanos y cultos, que son los únicos que educan en la libertad; y atrayendo en su lugar a las inmigraciones de aventureros que no saben sino alquilar su brazo para matar por la espada, su único utensilio industrial, a los pueblos culpables de querer reinvidicar su poder de manos del usurpador, que emplea esas turbas, en perpetuar la usurpación."