Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Tercera parte

XVIII

De la inmigración, como medio de educación política

"¿A quién la iniciativa del trabajo de poblar a Sud-América, como medio de educarla en la libertad o en el gobierno del pueblo por el pueblo? Como medio de educación política, la inmigración debe ser uno de esos negocios públicos, regidos por el poder que el país se reserva constitucionalmente, tales como la prensa, el poder electoral, el derecho de petición, de reunión y por fin de educación; poderes no delegados, que son como las libertades del país por excelencia. El pueblo de los Estados Unidos consagró este principio fecundo y decisivo de sus destinos, por el artículo de su Constitución que quitó al gobierno delegado el poder de limitar la inmigración.

"Como cuestión de educación política del pueblo nativo por el pueblo exótico, la inmigración debe ser gobernada y dirigida por el poder inmediato y directo del país, como un día sucederá con el culto o la educación de las almas; con las universidades, o la educación de las inteligencias.

"La razón de esta reserva, de vida o muerte para la libertad, es la más simple.

"¿Quién dará al pueblo la educación del gobierno de sí mismo, si no se la da él propio, como el primer interesado en asumir ese gobierno? No es natural que el gobierno delegado o tutelar, que ejerce su poder, por causa de su incapacidad, se apresure a darle la capacidad que debe poner fin a su delegación cómoda y lucrativa. Para que el pueblo no aprenda jamás a gobernarse a sí mismo, es decir, a ser libre, no hay más que dar el cuidado de ese aprendizaje al único que tiene interés en retardarlo o eludirlo, que es el gobierno delegado. El gobierno hará el aparato de enseñarle, pero su enseñanza tendrá por objeto educarlo en el olvido o desconocimiento del gobierno de sí mismo.

"La ignorancia del pueblo, en el gobierno de sí mismo, es una mina de poder para los gobernantes sin probidad, que son los negreros de sus compatriotas, al favor de esa ignorancia. Es en fuerza de esa ignorancia, que el pueblo cree que elige lo que sus gobernantes le hacen elegir; cree que piensa por él lo que sus gobernantes le hacen pensar; cree que por sí mismo hace todo cuanto hace, y la verdad es que nada hace, sino lo que el gobierno le hace hacer. Cree que es poseedor, y en realidad es poseído; se figura que es soberano y señor de sí mismo, y en realidad es vasallo servil de sus gobernantes. Porque su nombre y su poder son invocados en los actos de sus gobernantes, tal pueblo se considera garantido contra el despotismo, y no se apercibe de que es oprimido sin refugio, porque es oprimido con su propia soberanía y en su propio nombre; de que su tiranía es indestructible, precisamente porque es tiranizado con su propio poder o libertad. Sólo en este sentido burlesco, puede decir que se gobierna a sí mismo, y que es libre un pueblo dotado de tal ignorancia. Y no es otro ni puede ser otro el modo de ser libres de los pueblos que carecen de la inteligencia, de la educación, de la costumbre de gobernarse a sí mismos, en lo cual consiste toda la libertad política.

"Los que quieren ser libres deben saber una cosa, y es que todo pueblo que no aprende y adquiere por sí mismo la inteligencia y práctica del gobierno de sí propio, no debe esperar jamás a que el depositario de ese gobierno sea el que le enseñe a no necesitar de él. Baste saber que educar el pueblo en la libertad es equivalente a devolverle su poder. La educación política, es decir, la costumbre inteligente de ejercer el poder, es la verdadera y sola libertad. Así, en los países libres, la educación pública es una parte de la soberanía cuyo ejercicio no se delega ni saca de las manos del pueblo; como la prensa, la educación es una garantía que el país se reserva contra la propensión natural de los delegados de su poder, a convertirse en dueños del poder ajeno, que les está delegado, siempre que el dueño verdadero no le pone obstáculo. Por eso en Inglaterra y Estados Unidos el pueblo corre con su propia educación. Ella hace parte del gobierno municipal, de que son un accesorio las universidades mismas. Si, pues, el gran medio de educación popular americana es la inmigración de poblaciones educadas, los países de Sud-América, que aspiran a ser libres, deben tomar y retener en sus manos la dirección de la inmigración, sin entregarla jamás al gobierno, ni permitirle que la limite. Si se pone ese inmenso elemento en las manos del gobierno, lejos éste de atraer la inmigración que enseña al pueblo a no necesitar de sus dictadores, traerá la chusma y basura de la emigración europea, por ser la que mejor le sirve para mantener al país ignorante y desnudo, en fuerza de esa ignorancia del gobierno de sí mismo; y por guerras criminales, espantará y alejará la inmigración instruida, rica, seria, libre y capaz de educar por su ejemplo en el uso de la libertad, como ha sucedido y sucede hoy mismo en la feliz América del Norte. El gobierno que no aleja la mala inmigración por los medios indirectos, de que todo gobierno dispone, es en realidad el que la atrae y fomenta; y si en cierto modo puede él decir que gobernar es poblar, con más razón puede decir que poblar es embrutecer, corromper, empobrecer y apestar."