Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Primera parte

XXII

Basilio en América

"Por lo demás, prosigue Tartufo más bien que por el método homeopático, la mentira debe ser administrada por el método alopático en materia de crédito y finanzas, que son los de mi especialidad.

"Así como los periodistas hacen la luz con sombras, a ejemplo de los pintores, así los financistas hacen el crédito con el descrédito y la difamación. Este medio de crédito es rápido y ahorrativo de trabajo. Por ejemplo, un hombre o una casa de comercio disfruta de un crédito gigante, que debe a cincuenta años de laboriosidad y exactitud. Para nivelarse con él sin tanta pena ni espera se le solivia y abate de un golpe por la palanca de Basilio, más eficaz que la de Arquímedes, a saber, la calumnia."

-Es el método de los ladrones -le interrumpe Luz del Día-, que en un segundo adquieren una fortuna sin trabajar con solo sustraerla al que la debe a cincuenta años de laboriosidad.

-Puede haber alguna analogía con el robo -dice Tartufo-, pero, en fin, yo estoy hablando de crédito, y no hay duda que el descrédito es el medio de formarlo. Se acredita su propia mercancía, desacreditando la mercancía rival; se acredita el nombre de su propia casa, desacreditando el nombre de la casa concurrente. Para aumentar el crédito de un gobierno, se desacredita el gobierno antagonista. Este método es el más usado y cómodo de todos, a no dudarlo. Es complicado y vasto, forma una rama principal de la ciencia del crédito, y su maestro y representante más completo es "Basilio de Sevilla", que pasa por italiano. Basilio es un arquitecto cuyo arte de edificar es negativo; él forma el terreno, deshaciéndolo como los ratones y como los mineros. Respetando el código civil y los títulos de propiedad, Basilio parte siempre de un hecho autorizado. Siendo un hecho, dice él, que los títulos asignan a toda propiedad tantos metros de frente y tantos de fondo, sin decir nunca tantos metros de altura y tantos de profundidad, claro es, según esto, que se puede edificar arriba y abajo de la casa de otro propietario cualquiera sin tocar a su derecho de propiedad. Por este medio, con solo tomar el terreno para su edificio, debajo del terreno del edificio rival, se le deja en el aire y sin base alguna, es decir, se le derriba y reemplaza sin salir de la ley. Para Basilio, como todas las reputaciones son usurpadas, la calumnia viene a ser una especie de revindicación moral. Y como él profesa también que la propiedad es el robo, el robo según él es la propiedad bien entendida y bien adquirida. Para él, la propiedad sólo está en la superficie de la tierra y de las cosas: el comunismo está en el fondo y en la atmósfera.

-Pero esa es doctrina de Tartufo -observó Luz del Día-, no solamente de Basilio.

-Es que nosotros profesamos la comunidad de ciertas doctrinas.

-¿Quiénes son "nosotros"?

-"Basilio, Gil Blas, yo" y tanto otros compañeros de colonización latina en América. Así, Basilio es mi brazo derecho en cosas de crédito. El me sirve con su máquina favorita, la calumnia, que ha perfeccionado y puesto a la altura de todos los progresos mecánicos de este siglo. La prensa periódica, puesta al servicio de su máquina, es la bóveda en que se dilata al infinito en oscilaciones concéntricas, la menor insinuación, que Basilio cuida de verter al oído de uno de sus redactores. La prensa es el cañón Krupp de Basilio. En otro tiempo calumniaba en secreto, hoy calumnia a la luz del mediodía.

-Observo que Tartufo conoce a Basilio como a su hijo.

-Somos amigos y a menudo colaboradores. Me ayuda en finanzas y en política -dice Tartufo.

-¿Y en cosas de religión?...

-No, ya no se ocupa de eso. Como Tartufo, ha cambiado de traje y de ocupaciones.

-¡Cómo! ¿Basilio trabaja con Tartufo y es al mismo tiempo "liberal"? -pregunta asombrada Luz del Día.

-Basilio está con todos; su estado es no tener color o más bien tenerlos todos. No es un hombre, es un arma, una herramienta, una llave maestra. Se encarga a la vez de acreditar y desacreditar al mismo hombre. Se ocupa de empréstitos, y como el no hacerlos le es más fácil que hacerlos, se hace pagar un tanto por ciento por el rival de su comitente, para frustrar el empréstito confiado a su lealtad.

-¿Qué dice Tartufo de esa conducta? ¿qué piensa de Basilio? -pregunta Luz del Día.

-Lo que todos piensan aquí, que es un excelente sujeto, amable, servicial, buen amigo, juicioso, siempre de buen humor, enemigo de disputar, jamás contradice a nadie.