Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Primera parte

XXIII

Ocupaciones y recursos de Basilio

-Debe ser fácil ver a Basilio -dice Luz del Día-, si es tan popular. Yo tendría curiosidad de conocerlo de vista. ¿Qué lugares frecuenta, dónde se le ve?

-No se le ve, porque su vida es subterránea y nocturna, vive en la sociedad de sus obreros favoritos, gentes de "pro" todos ellos, que nada deben a la justicia criminal por haber cancelado cuentas con ella. Su mundo se compone también de escribientes de hombres políticos, para descubrir sus trabajos secretos; de copistas y calígrafos de oficio, de intérpretes de lenguas, de profesores de idiomas a domicilio, de maestros de música, de clérigos perdidos, y beatas que han sido mundanas; de mujeres públicas, agentes preciosos de pesquisa en manos de Basilio, que las moraliza y adiestra en ese ramo; de cómicos y cómicas. El teatro ha llegado a ser una máquina política y social en este siglo, como era el convento en mi tiempo, sobre todo el teatro lírico, por ser favorito del gran mundo, que no solamente lo frecuenta por fuera, sino también entre bastidores. Sus cantores son el ornamento obligado de la corte y de la alta sociedad, adonde llevan sus virtudes. El teatro produce condesas y marquesas y aun princesas, (jamás condes, ni marqueses, ni príncipes); produce también "libertadores", como el que mató a Lincoln, diciendo "Sic semper tyrannis", aunque fuese para mantener la esclavitud de cuatro millones de negros. El liberalismo de Basilio no riñe con la esclavitud de sus semejantes en las dos Américas.

"Así, su vida modesta, pasada entre ese mundo de trabajadores, no lo hace estar sin conexiones en el gran mundo; todo lo contrario: este último es su punto de mira, como en todas las industrias; no para entrar en él, sino para expender en él su mercancía. El obrero habita la oscuridad, pero él hace los uniformes dorados con que el diplomático y el ministro brillan en la corte. Basilio habita las cloacas, pero desde allí hace los diplomáticos que intrigan en la corte; hace los académicos, los ministros, los diputados, los presidentes, al favor de sus recursos y medios de influencia inagotables.

"Los ministros hechos por Basilio, fieles a su bienhechor, emplean los servicios de éste para conservar su puesto, como lo emplearon para ganarlo; y Basilio tiene un cliente, de quien recibe dos utilidades, una por venderle los secretos arrancados a sus adversarios, y otra por vender los secretos de su cliente a sus adversarios. Así, preguntar ¿con qué objeto Basilio, que no es americano, se mezcla en política americana?, es como preguntar con qué derecho un armero inglés hace fusiles, que sirven en las guerras americanas; con qué objeto un zapatero hace zapatos. Para vivir del producto de su manufactura."

-Pero en algún lugar, en alguna forma ha de ser posible y ver y palpar esa abstracción, ese mito que se llama Basilio -observa Luz del Día.

-¿Quiere Luz del Día comer en sociedad con Basilio, guardando su recíproco incógnito y sin presentación mutua? Yo puedo procurarla este encuentro en mi mesa cuando guste -dice Tartufo.

-Yo temo -objeta Luz del Día- que esa especie de traición hecha a Basilio, se la indemnice Tartufo haciéndome otra a mí misma; es decir revelándole quien soy.

-¿Quiere entonces Luz del Día, estarse escondida en el cuarto inmediato al comedor, para verlo por una puerta entreabierta, y escuchar su conversación ingenua? Basilio en ningún caso podría criticarme este proceder, que él mismo acostumbra observar a menudo; es su modo habitual de hacerse presentar. La costumbre del teatro lo inclina a hacer de la vida una comedia. De ese modo él ve sin ser visto; conoce sin hacerse conocer, y puede hasta matar a su víctima so pretexto de darle un socorro.

Luz del Día, no acepta este expediente, pero admite el de comer con Basilio aun a riesgo de hacerse conocer de él: tal es su anhelo de estudiar y saber.