Curso Filosófico, de Juan Crisóstomo Lafinur

CUESTIÓN PRIMERA

Conclusión

Esta facultad de sentir, es la primera del espíritu y á ella se refieren todas las demas operaciones.

Pruebas - Para entender la manera de obrar de nuestro espíritu es preciso tener cuidado de conducirlo, y esto no puede ser sin un conocimiento exacto de él. Es preciso, pues, desenrollar las facultades q. envuelven la facultad de pensar. Es el alma sola la q. conoce, porque es el alma sola la q. siente: hagamos la análisis de lo que conoce por sensación, pues es preciso q. ella descubra las facultades de q. es capaz. Y dónde se hallaran estas ciertamente sino en la facultad de sentir? ¿Sino por otro medio, sino porque ella siente, conocemos los objetos fuera de nosotros, lo que pasa dentro de nosotros mismos lo sabemos, por principios diferentes? Descompuesta la facultad de sentir, veremos lo q. pasa en la adquisición de un conocimiento cualquiera y de ella sabremos inferir lo q. pasa en la adquisición de muchos, que para nosotros es una cosa misma.

Se ofrece á mi vista una campiña y la veo toda de un golpe de vista y no discierno nada: para tomar una idea distinta de estos objetos y de su situación yo, me fijo sobre uno; mientras tanto los otros son con relación á mí como si no existieran y de tantas sensaciones q. se suceden á la vez á mí me parece que no pruebo mas q. una.

Esta mirada es una acción por la cual mi vista tiende al objeto á quien se dirige, y yo lo doi el nombre de atención.

Es evidente q. esta dirección del órgano es toda la parte que puede el cuerpo dar á la atención. ¿Y qué sucede en el alma? Una sensación que se prueba como sola porque las otras son como si no las probara.

Así como nosotros prestamos atención a un objeto, así podemos prestarla á dos á la vez. así como en lugar de una sensación esclusiva probamos dos y decimos q. las comparamos, porque no las probamos esclusivamente sino en cuanto las observamos la una al lado, de la otra sin ser distraídos por otras sensaciones, y esto es lo q. llamamos propiamente comparar.

La comparación no es sino una doble atención: ella consiste en dos sensaciones que se prueban como si se probara una sola y que escluyen todas las otras.

Un objeto está presente ó ausente al alma: si lo primero, la apreciación es la sensación que él hace actualmente; si lo segundo, es la sensación q. ha hecho y q. viene por una facultad de comparar los objetos ausentes con los presentes que llamamos imaginación o memoria.

Comparando las dos sensaciones, una al lado de la otra, necesariamente hemos de advertir si son diferentes o no; ahora, pues, apercibir esta diferencia es lo q. llamamos juzgar.

Si por un primer juicio conocemos una relación, para conocer otra necesitaremos un segundo juicio. De la serie de estos juicios ó comparaciones, resulta la reflexión, y sí, pues, en los juicios y en las comparaciones no hai mas q. sensaciones, estas solamente serán los elementos de la reflexión.

Si un juicio q. yo pronuncio contiene implícitamente otro juicio que aun yo no he pronunciado, necesariamente el primero me ha de conducir al segundo, y esto es lo q. llamamos consecuencia. Si yo digo: este cuerpo es pesado, yo digo implícitamente: si no le sostengo debe caer. Muchas veces no están tan inmediatos los juicios necesita y la aIma recorrer muchos para encontrar aquel á cuya verdad fue determinada por el primero; este modo de proceder que es pasar de lo conocido a lo desconocido se llama discurrir.

Ved ahí cómo, descompuesta la facultad de sentir, encontramos en ella todas las ideas como representativas, y ya las hemos considerado en otra parte como agradables ó desagradables y de todos modos, descender de la facultad de sentir. Este punto lo ilustraremos mejor satisfaciendo á los argumentos que se objeten.