Curso Filosófico, de Juan Crisóstomo Lafinur
CUESTIÓN PRIMERA
Cuestión segunda
Somos capaces o no capaces de una certidumbre absoluta? Y cuál es la base fundamental de la certidumbre de que somos capaces?
Nosotros siguiendo la opinión común hemos definido la lógica por el arte de raciocinar, pero ella no es esto en todas sus asepciones: ella es principalmente una ciencia especulativa q. consiste en el examen de la formación de nuestras ideas, del modo de esprimirlas, de su combinación y de su deducción, y de este examen debe resultar el conocimiento de los caracteres de la verdad y de la certidumbre y las causas de la incertidumbre y del error.
Se ve consiguientemente q. el arte de raciocinar, como todo arte, debe estar seguro sobre una ciencia segura y esta no puede ser otra que la ideología o ciencia de examinar las ideas: ella cumple con todos los objetos q. hemos indicado y sin ella la lógica llevaría siempre, sus demostraciones casuales é inciertas.
El Sr. Condillac penetrando lo mas que pudo este asunto se remonta hasta el examen de los juicios; y parte á investigar su incertidumbre, de un principio q. para nosotros no es el mas perfecto y esacto: este es de las ideas comparadas. Suponiendo q. no hai una perfecta ecuación ó identidad de razones, sino en las cosas que son las mismas por todos respectos, nosotros entendemos q. jamás podríamos tener sin juicio seguro observando el método predicho. Supongamos, pues, q. un discurso no es otra cosa que una serie de juicios sucesivos en la cual el atributo del primer juicio viene á ser el sujeto del segundo y así de seguida; que un juicio consiste en apercibir q. una idea encierra á otra, y q. por consiguiente un juicio es justo cuando el primer sugeto encierra el último atributo. Pero no por esto hemos llegado á alcanzar un principio de certidumbre, pues auque sepamos que todo juicio consiste en apercibir q. una idea lleva á otra, falta descubrir si la primera idea, es tal cual la creemos. Para esto es preciso aplicar la misma operación á las ideas, que la q. aplicamos á los juicios.
Se dice, y con razón, que no hai certidumbre ni incertidumbre, en una percepción sola y aislada; y esto es verdad: pero estas percepciones aisladas que son la materia del juicio no son ordinariamente simples. Las más son compuestas de numerosos elementos q. hemos reunido por diferentes operaciones intelectuales, las cuales son fundadas sobre juicios q. ya hemos hecho. Estos juicios pueden ser verdaderos ó falsos, pues que las ideas pueden ser bien o mal hechas, todos los juicios posteriores q. hagamos no serán más q. una consecuencia de aquellas en virtud de los cuales hemos compuesto las ideas.
Es preciso, pues, remontarnos hasta los primeros elementos de estas ideas, es decir, hasta, nuestras percepciones simples y arribar á un primer hecho del cual estemos seguros y que sea la base de certidumbre y el fundamento de los demas. Si este hecho no se encuentra, si este primer juicio no aparece, la ciencia no está elementada, ella no tiene una base de donde partir, ella no es mas que un arte de tirar consecuencias de un principio desconocido ó no bien averiguado. Solo procediendo por medios diferentes, esto es, descendiendo hasta la primera de nuestras percepciones, podemos atinar en el examen de la verdad, entonces sí q. veremos realizada la idea de Condillac de q. todas las verdades son unas y que todas están encerradas en una primera; entonces se manifestará q. los atributos de nuestros juicios hasta los posibles si son verdaderos, no son más q. el último atributo del primer juicio cierto. Y cuál será ese primer hecho cierto que nosotros podemos pronunciar con seguridad? Qué juicio precioso que va á levantar el edificio suntuoso de nuestros verdaderos conocimientos?
El está en la primera y mas remarcable de nuestras propiedades, aquella q. constituye nuestra existencia y de la q. no podemos pasar adelante; nuestra sensibilidad, esa facultad por la cual nos surtimos de conocimientos en todo genero. Es por la sensibilidad q. el hombre procede á las primeras relaciones á los resultados mas retirados: aquí ordena, allí compara, allí se convierte á sí mismo y siempre siente: por ella en fin de un todo físico, como los demas animales, él es un ser moral que reina sobre la naturaleza, pues que, sentir es en él la fuerza que determina sus pensamientos y dá elevación á sus designios.
Si nosotros no sintiéramos, no existiríamos para los otros seres animados que reciben de nosotros sus impresiones. Nada sabríamos, dice un sabio, pues que nada nos afectaría.
No existiremos sino para nosotros mismos.
Tal es la condición de los seres inanimados.
Sentir es todo para nosotros. Es lo mismo que existir, pues que nuestra existencia consiste en sentirla y nuestras percepciones no son otra cosa que nuestra, manera de ser ó existir.
Pues que sentir es todo para nosotros, y constituye nuestra existencia, nuestro sentimiento es el primer hecho, del que estamos ciertos. Este es el primer juicio q. podemos hacer con seguridad: nosotros estamos seguros de que sentimos.
Tuvo razón Descartes cuando dijo: yo pienso, luego yo existo. El pudo decir: pensar y existir es una misma cosa; yo estoy asegurado de existir y de pensar, porque actualmente yo pienso. No ha habido mas que este genio tan profundo y luminoso que pudiese apercibir el primer hecho originario que hace derivar para nosotros toda certidumbre. ¿Que vacíos parecen á su lado esos pretendidos axiomas tan reverenciados, que para ser verdaderos, se tiene que preguntar, por qué y cómo tienen el asentimiento que Ies damos? Esta sublime concepción ha recorrido toda la ciencia humana sobre su verdadera base primitiva y fundamental.
Este es el germen de la verdad, y la total renovación deseada. -Bacon - El ha dicho: todo consiste en hechos que nacen los unos de los otros. Es preciso pues estudiarlos.
Descartes ha hallado el primer hecho de donde derivan todos: es verdad que él ató el hilo que debía conducirle y lo rompió en seguida. Veamos, pues, nosotros si lo podemos volver á atar, y seguir por él, y sin interrupción desde nuestra primera percepción hasta la última.
Esta es la lógica, ó ella no existe. En efecto desde una extremidad del Universo hasta la otra, todo ser animado tiene mil formas diferentes, pero no hay un solo individuo que no nos manifieste el gran fenómeno del sentimiento. No se puede conseguir un ser que sienta, que al mismo tiempo no esté seguro de que siente. Este es mi principio que es el primero en todo lo q. se anima; luego ya tenemos un punto de apoyo de donde partir en el examen de la verdad.
Pues la primera y sola cosa de q. estamos originariamente seguros es el sentimiento.
Nosotros no podemos conocer cosa alguna sino por relación á él; nosotros no nos conocemos sino por las impresiones que probamos, pues que no existimos sino por ellas.
No conocemos los otros seres sino por las impresiones q. nos causan; pues que ellos no existen por nosotros sino por estas impresiones; en consiguiente todo lo que sabemos, las maneras de ser de los cuerpos, y las leyes que los rigen. Pues que ellas son relativas á nuestros medios de sentir. Jamás podrían ser estas maneras absolutas, é independientes de estos medios; así los que quieren penetrar la naturaleza intima, la esencia de los seres, abstracción hecha de lo que parecen, quieren una cosa imposible, y absolutamente extranjera á nuestra existencia y nuestra naturaleza, pues que nosotros no podemos saber si los seres tienen una sola calidad fuera de aquellas con las que nos afectan.
Se ve en seguida que nuestras afecciones, é impresiones en fin, por servirnos de un término mas general no solamente son cosas muy reales, sino que ellas son para nosotros las solas cosas reales y verdaderamente ciertas, y que la existencia real que nosotros damos á todo lo que distinguimos con el nombre de seres, empezando por nosotros mismos, en cuanto á individuos, no es mas que un orden secundario.
Ocupémonos en conciliar la verdad de nuestras percepciones con las de los seres, que nos hemos acostumbrado á mirar como mas especialmente reales. Sin salir del mundo intelectual, así como hemos encontrado la causa de toda certidumbre, investigaremos la que es de todo error. Veremos en seguida como estas dos causas obran y se reúnen en la generación y formación de nuestras ideas, y como estas ideas son justas ó falsas en tanto que hay entre ellas relaciones verdaderas ó inexactas. Entonces reconoceremos fácilmente que especie de existencia podemos dar con certidumbre á los seres que nos ocasionan estas ideas, y como estas ideas son justas ó falsas en cuanto ellas son conformar á la existencia de los seres que las causan.