Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Primera parte

XIII

La moral de Tartufo

"El otro instrumento capital de Tartufo es la 'familia' -dice él mismo -Por familia, entiendo los niños, las mujeres, los criados, los dependientes, los parientes y hasta los amigos familiares de una casa, conquistados y empleados como instrumentos de acción contra sus mismos padres o hermanos, cuando éstos son poderosos y hay algo que sacar de ellos. La invención de este medio, debo confesarlo, no es mía: es de un 'alter ego'; pero como no tiene patente de privilegio, yo he creído poder apropiármelo sin faltar a la amistad ni a la ley de los nuestros, por decirlo así. Es la revolución en miniatura, un 89, un cataclismo social en un vaso de agua. Pero no hay poder político, no hay capacidad, no hay prestigio ni grandeza que resista a la reacción que tiene por instrumentos a los que son parte de un mismo ser, carne de su carne, alma de su alma; a los que llevan su nombre y son solidarios de su destino. En política, en guerra, en negocios de todo orden, jamás este medio ha dejado de darme el resultado que buscaba, es decir, la caída del padre de familia, comprendiendo en esta palabra el jefe o cabeza de todo establecimiento público o privado, de todo cuerpo, de toda sociedad. Conviene no olvidar que, antes que el pariente, la pieza importante de la familia es el criado o doméstico, especie de paria agregado a ella por fuerza, y enemigo natural, legítimo y merecido de sus amos. Antes era 'esclavo', después fue `siervo', hoy es 'sirviente', que es peor todavía, pues es un esclavo hecho por su propia voluntad de esclavizarse. Y como esta esclavitud es a término el sirviente es un esclavo, que cambia de amos, o enemigos o patrones, cada día. Es el aliado natural de todos los enemigos de la casa, y no hay casa que resista a un enemigo tan íntimo; es un pólipo. Nadie ha explotado la industria o estado de sirviente como Gil Blas; era su oficio favorito en España. Le debe lo que es; ha hecho de él un arte, una ciencia. Mientras haya sirvientes, habría Gil Blases.

"Al orden de la 'familia', como instrumento de acción contra ella misma, pertenecen las logias y las escuelas o colegios -prosigue Tartufo.

"Las logias son instrumentos de libertad en países esclavos, pero en países libres, cuando no son máquinas de opresión, son meras sociedades cooperativas, compañías de asistencia mutua, de abjuración recíproca de toda opinión propia. Son verdaderas máquinas de opinión facticia, fábricas o talleres de justicia convencional, manufacturas de verdad hechiza o contrahecha, laboratorios de atmósfera moral, para dar vida a seres, a ideas, a cosas condenadas a morir, o a no nacer en su atmósfera natural verdadera. ¡Qué de coroneles, qué de generales, qué de presidentes y de grandes personajes conozco, que no serían sino vil multitud, sin la palanca de la logia, que los levantó de su normal oscuridad! Ella es en Sud-América, para ganar la fortuna sin trabajo ni capacidad, lo que es en Inglaterra la asociación comercial para ganarla por la industria y el trabajo. En Inglaterra es la asociación de las fuerzas del trabajo y del capital, lo que es aquí una asociación de las habilidades del ocioso y de las cobardías, del nulo, para asegurarse la adquisición de un medio de vivir y gozar."