Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Primera parte
XLII
Recursos de Gil Blas en América
"Yo le sirvo en la política. Se da este nombre en este país a una industria, que es la industria reina para lo que es vivir vida grande y soberana. En la política soy empresario de elecciones, corredor de candidaturas y constructor de presidencias. En una política liberal, como es la de América, los sirvientes sirven libremente; son empresarios que emprenden por cuenta de su amo y para su amo, mediante un largo y liberal estipendio recibido en parte del producto de cada empresa, es decir, de cada elección. Para mí es mejor hacer presidencias, que desempeñarlas. Presidir al Presidente, gobernar al gobernante, conducir al país desde su casa sin ser visto, sin darse trabajo, sin correr riesgo, sin responder de los disparates del Gobierno, es estar a los provechos sin estar a las pérdidas, y no es indigno del buen juicio de Gil Blas. Además, en mi calidad de extranjero, es justo que me contente con el modesto rol de presidir al Presidente.
"Pero no es poco saber buscar y descubrir un presidente gobernable. Generalmente es preciso ir a buscarlo en el interior del país. Después de encontrado y hecho presidente antes de ser elegido, viene el trabajo delicado de hacer creer al amo, es decir, al Pueblo, que él es quien lo ha elegido. Esto es fácil ciertamente para el que sabe que no hay sino seguir el método empleado para engañar a los reyes en Europa. El arte de engañar a un rey es el de engañar a todo soberano, a comenzar por el soberano pueblo, que es el más crédulo de todos, porque se compone en su mayor parte de gentes que no saben deletrear. Se puede decir que sus sirvientes quieren, piensan, aman, aborrecen y gobiernan por conducto de su amo, en vez de que su amo piense, quiera y gobierne por conducto de sus sirvientes. Esta es toda la diferencia entre los soberanos de los dos mundos: los unos gobiernan a sus sirvientes, los otros son gobernados por sus sirvientes. El amo para ser bueno ha de ser el instrumento del criado. El amo moderno, el amo cristiano, es sirviente de su doméstico. Por este contraste raro yo soy aquí un sirviente soberano, por decirlo así, gracias a mi talento y tacto para descubrir los buenos candidatos.
"Las condiciones y calidades de un buey, candidato para el gobierno de mi conveniencia, no son pocas. Debe de tener en apariencia todas las aptitudes del mando; pero en realidad, debe carecer de todas, porque si una sola le acompaña, eso será lo bastante para que nunca llegue al poder. Con el exterior de un gobernante nato, debe ser más gobernable que un esclavo: debe ser un timón con el aire de un timonero; una máquina con figura de maquinista; un carnero con piel de león; un conejo con el cuero de una hiena; un bribón consumado, con el aire grave del honor hecho hombre. Debe ser un mentiroso de nacimiento, y al mismo tiempo debe ser el 'flagelo' de los mentirosos, para darse el aire de odiar a la mentira. Debe ser liviano como el corcho, si quiere ser el rey de las ondas, pues si es grave y pesado como el oro, las ondas pasarán por encima de él; las anclas son de fierro, las boyas son de corcho; aviso a los que no quieran ahogarse en el mar de la democracia. El carácter es un escollo, y el vicio de decir la verdad es otro. El que ama el poder y aspira a tenerlo, debe dejar mutilarse la mano, antes que abrirla si está llena de verdades: verdad y poder son antítesis. Gran fama de hombre culto debe tener el candidato, pero jamás llegará al poder si su educación no ha sido hecha ni adquirida por estudio que ha dejado de hacer, en Universidades que dejó de frecuentar, en instrucción y conocimientos que se abstuvo de adquirir. Debe tener el talento de ocultar la verdad, por la palabra y la prensa. La frase gobierna al mundo a condición de ser vacía, porque la frase como la tambora hace más ruido a medida que es más hueca."