Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Primera parte
XLVI
La guerra-industria. - El cañón electoral
"Pero es otra mi varilla mágica para persuadir a mi amo el pueblo, de que mis candidatos son sus candidatos y de que las elecciones que yo hago, son elecciones que él hace: este talismán es la 'espada', y el arte de aplicarla es la 'guerra'. Mi pluma y los globos de jabón, que saco del cañón de mi pluma; la familia y las puertas falsas y ocultas que me abre la santidad de la familia, valen mucho, sin duda, como utensilios para construir una candidatura y una presidencia lucrativas, pero nada más eficaz y concluyente que mi cañón electoral, aunque no sea de acero. Este cañón no excluye el uso del cañón Krupp de Basilio, que es la calumnia, pero completa y termina su obra de construcción.
"La voluntad soberana del pueblo no sabe no querer al que ha vencido por la espada, y en sus simpatías, no se confunde jamás el sol que nace con el que se pone, aunque los dos se toquen con el horizonte de la tierra.
"Yo tengo todas las cualidades del soldado electoral, por decirlo así, pues para mí la guerra, sea civil o sea extranjera, no tiene sino dos objetos: ganar una batalla y tomar el poder por la victoria; por el poder, ganar una fortuna. Yo no tengo lo que más perjudica al soldado, que es la ciencia militar; yo no he perdido el tiempo en las escuelas del 'Estado Mayor'. Yo estoy libre de otro defecto, que es un escollo en el guerrero formado para mi guerra, es el coraje. Yo lo suplo por la maña, o más claro, por el fraude, que no es más que una especie de maña.
Yo soy maestro en la ciencia del fraude en la guerra: el derecho de gentes, no es otra cosa que la sanción de mi ciencia (no se escandalice usted), que tiene por bases la mentira en los motivos y miras de la guerra; la mentira en las armas; la mentira en la lucha y en la victoria; la mentira en la tregua; la mentira en la paz, en la amnistía, en los tratados y en la fe de los tratados.
"En virtud del derecho de la victoria, es decir, del derecho del hecho, según el cual el muerto es bien muerto, por el hecho irremediable de estar muerto, toda elección por el hecho de estar hecha es legítima y válida, aunque en vez de 'elección' sea 'imposición' o coacción; aunque los electores hayan sido de cartón en vez de ser de carne y hueso; aunque el elegido resulte ser un gato, cuando se contó elegir una liebre, pues si el gato no puede entender ni servir los intereses de las liebres, debe, sin embargo, gobernarlas por el hecho de estar elegido su presidente. Si una sola elección es anulada, se corre el riesgo de tener que anularlas todas."
-Y si una sola mentira es sancionada -interrumpe Luz del Día -¿será preciso sancionar todas las mentiras? Yo creo que lo acertado es no esclavizarse a tales reglas, y sancionar la verdad cuando es verdad, y revocar la mentira cuando es mentira -agrega la interruptora.
-Yo, que no soy la verdad en persona, pienso naturalmente de diferente modo -prosigue Gil Blas-. Como el hecho consumado es el derecho, todo medio es legítimo para consumar el hecho en materia de elecciones. Desde que una elección es un hecho consumado, dejan de ser crímenes los asesinatos, los cohechos, los fraudes, las calumnias por cuyo medio se ha convertido en hecho esa elección.
"Además de la guerra pública, yo practico esa guerra industrial o combate singular, que se llama 'desafío', por vía de expediente electoral. Es un gran recurso en ciertos casos el asesinato en forma de duelo; saber ser un asesino en forma de caballero, y saber matar en nombre del honor privado ofendido sin ser herido, al que puede ser obstáculo de la candidatura que debe elevarnos al poder. Ganar la infamia por un asesinato, es de los matadores vulgares y groseros; pero cubrirse del honor del caballero, a título de asesino, eso es de los hábiles como el señor Gil Blas su atento servidor."