Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Primera parte
XVII
Prodigios del crédito según Tartufo
-Otro prodigio del crédito -prosigue Tartufo- es que él hace del prestamista un esclavo y un cortesano; y del deudor, un rey de su acreedor o súbdito. Cuanto más debe el deudor, mayor es su poder en el prestador. Así la deuda, es poder real y efectivo: y en lo público, como en lo privado, un gran deudor, se puede llamar un gran capitalista. Los acreedores son su tribu o su finca de negros trabajadores. Y esto no es maravilla, porque en la política no sucede otra cosa. ¿Quién es el rey? El tenedor de un poder ajeno, que pertenece a sus súbditos. ¿Quiénes son los "súbditos" del rey? Son el pueblo, es decir el dueño del poder, que administra por su mandato el rey. Es como decir que el rey es el deudor, y el pueblo el acreedor. Naturalmente, más poderoso es el rey, cuanto más poder ajeno ejerce.
"El crédito tiene misterios insondables, como la gracia. ¡Quién lo dijera! Cuanto más insolvente es un deudor, más crédito tiene. ¿Es la esperanza que nunca pierde el prestamista, de ser reembolsado, la explicación de este fenómeno?
"El hecho es que un deudor tiene más crédito, cuantas más quiebras ha 'hecho' (porque las quiebras se 'hacen', es decir, se organizan como las empresas mismas). Se quiebra justamente, para tener crédito, y el buen deudor como el buen violín, es el que se ha quebrado y recompuesto muchas veces. En una palabra, la quiebra moderna es una operación de crédito, sancionada por los usos comerciales. Yo soy juez en esto, porque hablo por experiencia propia" -dice Tartufo.
-¡Pues qué! ¿Tartufo ha podido quebrar alguna vez? -pregunta Luz del Día.
-Como Tartufo jamás; pero en el incógnito de comerciante o de ministro de hacienda, es otra cosa. No sólo tenía el derecho, sino el deber de hacerlo. La razón de ello es simple. Para que el dinero sea un instrumento de influencia y de poder, es requisito indispensable, que no sea propio. Nadie es influyente con su propio dinero, y se puede decir que no hay más que un ser venal en la tierra, es el rico. A los hombres y a los pueblos, se les compra con su propio poder.
"A pesar de su orgullo, el hombre no difiere del buey, que desde el matadero al mercado conduce la carne de su propia familia, no porque es malo, sino porque es buey."