Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi

Segunda parte

XV

Territorios. - Medios de agrandar los de Quijotanía

Para agrandar el poder del Gobierno, que es el "fin", por la grandeza del país, que es el "medio", el código social reconoce tres caminos: 1°. el engrandecimientodel territorio nacional; 2°. el aumento de su población; 3°. el ensanche de la obediencia, que hace del pueblo el brazo del gobierno. El brazo no debe saber pensar. Todo el pensamiento reside en la cabeza, en un cuerpo bien organizado. Un hombre cuyas piernas y brazos tuviesen la facultad de pensar, que corresponde a su cabeza, sería un monstruo, y ese monstruo sería el monstruo de la anarquía; la discordia hecha hombre. Sólo el cráneo social, es decir, el gobierno, debe saber pensar, por toda y para toda la sociedad entera. Desparramar la luz en todo el pueblo, es como disipar la autoridad, como armar a todo el mundo, para que todos manden y ninguno obedezca.

-Temo -dice el secretario-, que esas máximas parezcan tomadas al imperio de la "China" y que nos acusen de querer hacer de "Quijotanía", la "China americana" es decir, de querer contrahacer el Paraguay del doctor Francia.

-Cual más cual menos -dice don Quijote-, todos son chinos los gobiernos de este mundo. Al paso que van las cosas de este siglo, yo no desespero de ver resucitado el viejo imperio, que se hunde en el extremo oriente asiático, en las regiones orientales del nuevo mundo americano, como vemos resucitada al Asia Menor en las leyes que gobiernan a las sociedades cristianas de occidente. La China invade al occidente en materia de libertad, teniendo por vanguardia a los socialistas de la democracia moderna, que son los precursores del gobierno que vamos a ensayar en "Quijotanía".

"Aunque el territorio sea lo primero que nos falta, será lo último de que tendremos que ocuparnos, si hemos de adquirirlo por conquista, que es el método usado por la industria de los emperadores. Si lo intentamos por un ejército de carneros, no es seguro que eclipsemos la gloria de Bismarck. Patagonia nos pertenece por la geografía; pero como las naciones han dado en vivir fuera de su casa, no hay Estado vecino que no pretenda ser dueño de Patagonia."

-Hagamos como ellos -dice el secretario-, para eludir su conflicto, sin perjuicio de agrandar nuestro suelo pacíficamente.

-¿Por qué método? -pregunta don Quijote.

-Anexando por un decreto al territorio de "Quijotanía", las seis Pléyades que, según el testimonio uniforme de todos los astrónomos, que las han visitado por medio del telescopio, son seis mundos del tamaño del nuestro. Así viviremos más que a la moda, es decir, no sólo fuera de nuestro territorio, sino fuera de este mundo con la ventaja de no parecer sino seis chispas de esa arena brillante, que forma el suelo del cielo; así nadie nos disputaría una cosa tan abundante.

-¿Y por qué seis, en ese caso, y no seiscientas o la mitad del cielo, supuesto que nadie ha pensado en esa conquista?

-Para no tener disputas por el cielo con los hombres de este mundo. La moderación de nuestra adquisición dejaría indiferentes a los otros poderes.

-Pero, ¿qué utilidad práctica tendría esa anexión nominal?

-Mil anexiones se han hecho en este mundo, que no han sido más positivas, y sin embargo se han respetado sus títulos. Aumentando nuestro territorio con el "archipiélago de las Pléyades", estas "Islas Malvinas celestiales", ya veríamos si los ingleses iban a quitárnoslas como a las otras. Nuestro título posesorio, una vez admitido (pues nadie pretendería haberlas ocupado antes que nosotros) sería plata efectiva por procederes financieros de todos conocidos en esta época. Sobre su depósito en un banco hipotecario, tendríamos millones de libras esterlinas a préstamo con la hipoteca de cada Pléyade.

-¿Pero habría Banco que diese plata sobre tales hipotecas? -pregunta don Quijote.

-Se prestan millones cada día -dice el secretario-, con hipotecas menos sólidas. Como el dinero prestado no pertenece al Banco que lo presta, mejor que pertenece la cosa hipotecada al que lo recibe, todos los grandes negocios de crédito se hacen de ordinario sobre bases meteorológicas o atmosféricas, sin que por eso dejen de producir a los agentes intermediarios los provechos más reales y positivos. Todo depende del prestigio del deudor; pero ¿es el crédito otra cosa que un "prestigio", es decir, el brillo de una pléyade, que tal vez no existe? Con el "archipiélago de las Pléyades", anexionado a nuestro suelo, seríamos un imperio colonial, en la forma de esos granos de arena poseedores de mundos lejanos, como el Portugal y la Holanda de otras edades.

-Pero dudo, observa don Quijote, que tales títulos nos basten.

-Aun tendríamos en ese caso otro título, que no dejaría pretexto de vacilación a la chicana de un judío: acudiríamos al Papa en busca de una bula de concesión de las seis Pléyades, a título de administrador, que es del cielo, como tenedor de sus llaves en nombre del propietario supremo.

"¿Con qué otro título fue España poseedora de esta tierra patagónica, en qué está comprendida 'Quijotanía'? ¿Quién osaría negar ante la bula pontificia que las Pléyades eran territorio integrante del territorio de 'Quijotanía'. Se le pueden disputar al Papa sus Estados en la tierra, pero no sus dominios en el cielo."

-Tú me convences, secretario, y desde ahora prometo nombrarte mi virrey, en nuestro "archipiélago de las Pléyades".