Peregrinación de Luz del Día, de Juan Bautista Alberdi
Tercera parte
II
La libertad es la obediencia de sí mismo
"Ser libre es gobernarse a sí mismo. Luego ser libre, es lo más difícil de este mundo. Entre gobernarse a sí mismo y gobernar a los otros, la diferencia es de número y cantidad, no de inteligencia y de ciencia, dice Fígaro.
"Desde luego, es condición esencial del gobierno de sí mismo la obediencia de sí mismo. Cada hombre es su propio soberano y su propio súbdito; el que no sabe obedecerse a sí mismo, mal puede saber gobernarse a sí mismo. Puede decir que tiene la sedición en su persona. Cada hombre lleva en la constitución de su individuo toda la constitución de su país. Esta constitución es de libertad si el hombre sabe obedecerse a sí mismo, porque entonces, y sólo entonces, puede decir que se gobierna a sí mismo. Este gobierno visceral o molecular, por decirlo así, es la partícula elemental de que se compone el gobierno político y social del país entero. Cada hombre es un Estado molecular, como es un 'cosmos' microscópico.
"Todo hombre es libre, en el sentido que todo hombre tiene el derecho de gobernarse a sí mismo. Pero tener derecho a gobernarse, ¿es saberse gobernar? Saber gobernarse a sí mismo significa saber, conocer, entender, dirigir, gobernar su persona y todas las necesidades y los medios y recursos que interesan a su persona. La educación toda de un hombre no tiene más objeto que la ciencia y el aprendizaje de este gobierno de sí mismo.
"El que no sabe gobernar el mundo de su propia persona tiene que dar a otro el encargo de gobernarlo. Darle este encargo es entregarle su libertad, tomar un tutor, constituirse en pupilaje, entregarse a un Bártolo, que tendrá buen cuidado de administrarlo como a su 'negro', es decir, como a su 'cosa', a su pertenencia propia y no de otro. La libertad que damos a guardar es como el pan que damos a comer: no vuelve a nuestras manos porque se hace carne del guardador. Para reivindicar el pan es preciso comer al depositario, y mejor es ser previsor que ser antropófago.
"Tal es la condición de un pueblo que, en vez de gobernarse por sí mismo, se hace o se deja gobernar por un Bártolo. Entregando su gobierno, entrega su libertad al explorador de esa su Dulcinea. En esta triste hipótesis, el gobierno que se llama del pueblo, y a este título gobierno libre, viene a ser, en realidad, el gobierno de los Bártolo, de los Basilio, de los Gil Blas. Cuando las libertades y los libertadores y liberales de un país vienen a identificarse con esos tipos, que representan la mentira de la libertad bajo distintos nombres y personas, el papel y la presencia de Fígaro vienen a ser una necesidad y un medio de salud para el país.
"El correctivo del tirano que finge libertad para oprimir, es el liberal que finge sumisión para redimir. A la falsificación de la verdad es lícito oponer la falsificación de la mentira, y sacar al país de la servidumbre por esta hemeopatía de la libertad. Fígaro es el contraveneno de Basilio y de Tartufo; nace a su lado y vive a su lado, por una ley previsora y preservativa de la creación. Fígaro es la disciplina amable que corrige y educa por la risa; por la risa, que merecen, no tanto los Tartufos y los Basilios, como los que se dejan gobernar por Basilios y Tartufos; es decir, los que llamándose gentes sensatas y liberales, ponen sus destinos, sus personas, sus vidas, sus familias, su honor, su libertad, en manos de hombres que ellos mismos tienen por los mayores bribones de su país, para que se los guarden y administren sin responsabilidad ni cuenta alguna."